domingo, 1 de julio de 2012

Persiguiendo el tiempo.


Cada vez queda menos y durante estos días estoy intentando aprovechar al máximo haciendo todas esas pequeñas cosas que quería hacer en estos meses y que no he podido por estar con los niños. He visitado otros lugares, he vuelto al Lago, he visitado otras misiones y he conocido a personas espectaculares. He aprovechado para comprar muchos regalos pensando ya en la vuelta y he regalado toda mi ropa y medicinas.

Uno de los viajes fue a Salima, la ciudad más cercana al Lago. Aquel día los niños estaban ocupados por lo que tenía el  día libre. Decidí coger el primer minibús que pasara por la puerta donde fuera ( aunque realmente sólo había dos opciones, Lilongwe o Salima). Allí conocí la ciudad, paseé por sus diferentes mercados tradicionales, ropa, tallas de madera, comida, telas , comí en un restaurante malawiano, donde por menos de 1 euro te ponen un gran plato de arroz, verduras, carne, tomate, etc, en un recinto enano en medio del mercado hecho con cañas, toda una experiencia.  Proseguí mi camino hasta el Lago en Matola, allí disfruté algunas horas entre pescadores. Volví haciendo autostop hasta Salima y compré en el mercado tradicional de maderas algunas tallas. Ya de noche me volví para Chezi con un día más ganado al tiempo.

 Pero si algo debo destacar en estos días es haber conocido a un personaje excepcional. Se llama Julio, y es un padre blanco de Zaragoza que lleva 45 años en Malawi y que de verdad está metido en el barro. Ayuda en el barrio más pobre de Lilongwe y está sólo. Recibe muy poca ayuda y él dice ser muy malo para pedirla, por lo que como me dijo si su proyecto sigue en pie es gracias a un milagro. Gracias a la ayuda desinteresada de particulares que ponen su granito de arena, y aquél día no quise ser menos. Me enseñó su misión, tan sólo tiene una Iglesia , un campo de fútbol y una casa para las costureras, todo hecho por la misma gente del barrio. Ninguna organización le ha dado nada. No tiene luz, ni pozos de agua ni nada, pero cada día dan clases bajo un árbol, los voluntarios del barrio tejen para venderlo después y organiza diferentes proyectos de ayuda a la gente más necesitada del país más necesitado. Cuando hablas con él te sientes un privilegiado de haberlo conocido. Es la voz de la experiencia, del que lo da todo y no espera nada, de quien de verdad ha hecho de la vida de los demás su vida. Tras pasar un día con él le dejé todo aquello que no consideraba necesario para volver, ropa, medicinas, libros y material de estudio, etc. Seguro que allí lo necesitan más que en cualquier otro sitio del mundo.

Aparte de otras visitas, hemos comenzado ya a ensayar la fiesta del día 14 en la misión. Javi y María se han venido a Chezi para estos días tan especiales y comienzo a cerrar todo eso que quería hacer aquí. El “termo” que algún día dio agua caliente se ha roto del todo en pleno invierno Mañana es mi partido de despedida y se ha organizado una fiesta con muchos detalles, pero eso ya es otra historia. 








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