Ésta es la historia de un equipo que ahora mismo no tiene
techo. Un equipo que nació jugando en la tierra de una montaña perdida y que
hoy ha llegado a la capital del país. Un equipo de quien todo Malawi habla y
contra quien todo el mundo quiere jugar. Ésta es la historia del crecimiento de
un equipo y de cómo la unión, la ilusión
y el esfuerzo hicieron que ese pequeño poblado perdido hoy sea conocido gracias
a su fútbol. Esta es la historia del penúltimo partido que jugué con mi equipo.
Tras haber ganado brillantemente la primera Malawian
Villages Cup y jugar algún que otro partido donde nuestro fútbol iba de boca en
boca, nos llamaron desde la capital para jugar un partido contra la Universidad
de Lilongwe. Era, sin ninguna duda, el partido más difícil que tendríamos
nunca. Durante toda la semana hubo carteles pegados por todo el poblado que
anunciaban el partido para quienes quisieran asistir. Ellos son semi profesionales. Algunos son
hasta conocidos por cómo juegan pero íbamos sin miedo. Sabíamos cómo jugamos e
íbamos ilusionados. Nos esperaba un campo en buenas condiciones y un equipo con
mucho que perder y poco que ganar. Así que allí fuimos 55 personas ( clavadas)
en una matola. Era como quien nunca ha
salido de su pueblo y salen todos a la vez. La que se formó. Tardamos casi 3
horas en llegar ya que paramos cada 10 metros porque alguien se caía de la
matola. Íbamos comprimidos como nunca antes pero aún así el ánimo no decaía al
grito de “ vamos mi Sevilla” o las vuvuzelas.
El partido: comenzamos ganando con un gol tempranero que volvió
loco a la afición, pero pronto el otro equipo sacó su orgullo y nos fuimos al
desanso 3-1 perdiendo. La verdad que eran bastante buenos pero podíamos hacer
más daño. Tras el descanso jugamos como
sabemos y en los últimos 10 minutos marcamos dos goles que empataban el partido
pero que sabían a victoria, y a ellos a derrota. 3-3.
De vuelta, más de lo mismo,
unas cuantas horas en matola y de noche pero con el ánimo de quién
comenzó un día jugando en su poblado y hoy hasta los mejores de su país le
respetan. Éste era mi penúltimo partido con el equipo, aunque el último serio.
El fin de semana que viene me han organizado un partido de despedida ( aunque
aún me queda un mes pero no puedo jugar más) en el que hay muchas sorpresas;
barbacoa, bebidas, camisetas, fotos… en fin. Me dará mucha pena despedirme de
un equipo al que le he dado todo pero he recibido mucho más. Un equipo que
siento como mío y al que amaré desde la distancia.
Pd: Ya he comenzado con la escuela de fútbol que he fundado
y continuar los campeonatos con el Sevilla FC de Malawi, pero ya lo contaré más
adelante.
Gibb, Pirilani, Tom y yo. Columna vertebral del equipo.
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